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viernes, 19 de marzo de 2010

¿Qué significa el Boca-River en la Bombonera para un hincha Xeneize?


Se dice por ahí que el Superclásico del fútbol argentino jugado en la Bombonera, estadio de Boca Juniors, es uno de los 10 eventos deportivos que un ser humano no se puede perder en su vida, y están en lo correcto. Toda la semana de previa, las declaraciones de los jugadores, la llegada a la cancha, los colores completamente opuestos, la gente que pone el ambiente, los cantitos para la hinchada rival, los papelitos antes de empezar, los 15 minutos que se necesitan para sacarlos, la salida del equipo millonario desde el túnel con silbidos, la Doce que se rompe las manos y las gargantas cuando sale Boca desde esas famosas escaleras que a tanta gloria le ha dado apoyo, la espera inaguantable hasta que el árbitro pita el comienzo del encuentro.

Este partido no es de 90 minutos, no es de 1 semana, son 6 meses de prestigio, hasta el próximo clásico. “No es de vida o muerte, es mucho más que eso.” Lo puedo decir más alto pero no más claro, no hay espectáculo igual. Pero todo eso, todo lo vivido durante la semana, no significa nada cuando la de cuero empieza a rodar. Cada toque de pelota es un latido, es una incertidumbre constante que no permite disfrutar el partido, sino que por el contrario, se sufre. Se sufre por el amor que se siente por el equipo, por esos colores que tantos logros consiguieron, por ese partido que no se puede perder. Uno se pone en la piel del que está adentro, juega con él, es lo que marca la diferencia entre nosotros y ellos, esos “sin aliento” como bien los describió un jugador de su propio equipo.


Acá no importa quien llega mejor, quien está arriba en la tabla, quien tiene más problemas en el vestuario; en el clásico, los 11 en cancha son hermanos. Más que nadie lo saben los hinchas de Boca que se tiene que bancar año tras año las diferencias de las máximas figuras, pero que sin excepción, en cada clásico, ellos dejan todo y, generalmente, ganamos, como lo marca la paternidad. Hace años venimos celebrando las subidas del ‘Negro’ Ibarra, la marca que ahoga de Morel, la garra que pone ‘Seba’ Battaglia, el lujo que imprime Juan Román, y los goles que nunca faltan del ‘Loco’ Palermo. Ésta vez, el 5 por excelencia no estará por lesión, pero los demás serán titulares, y con ellos, la victoria es casi segura.

Estar ahí, vivir ese momento único, el sueño de todo hincha, de todo fanático que da una gran parte de su vida por Boca Juniors, es impactante. El partido se vive con una impaciencia tremenda, hasta que viene el primer gol. Aquello por lo que se espera toda la semana, llega en un suspiro. Un segundo en el que no importa nada más, no importa tu familia, tus amigos, tu trabajo, absolutamente nada, sólo ese gol que estás gritando como un desesperado, ese gol que le da la ventaja al local. Sentís que la Bombonera se viene abajo, y que no hacés otra cosa que acompañarla.


Llega el entretiempo y vos seguís discutiendo la jugada del gol, cantando en contra de las pocas ‘gallinas’ que están en la cancha y esperando que el equipo mantenga la ventaja. Esperando que Riquelme te de más pinceladas de fútbol, que Palermo meta un gol de mitad de cancha o abajo del arco, igual vale así que no te importa. Por primera vez, te tranquilizás, pero no por mucho tiempo, porque los jugadores ya vuelven a la cancha al igual que tu sufrimiento. Ese sufrimiento que te gusta sentir, por el cual estás viendo el partido.

No te importa si el segundo tiempo fue un bodrio total o un baile bárbaro que se comió River, el 1 a 0 mal jugado y sin merecimiento vale lo mismo que un 5 a 0 con toque y glamour. Lo digo porque el partido no termina cuando el árbitro toca el pito por última vez, no termina con esa victoria que tanto estás disfrutando, no termina con ver a los jugadores festejando en el medio de la cancha. No señor, ahora empieza tu propio partido, ese en el que sos el protagonista. Nadie te aguanta ahora, porque son días enteros de disfrutar el haber pasado por arriba a tu rival. Es tu turno de llegar a tu casa y ver en la tele lo que viste en la cancha, ver el gol una y otra vez y seguir gritándolo. En el trabajo, los de River no te van a bancar más, porque ahora vos sos el Rey de la semana, aquel que apoyó a su Boquita del alma con tanto sufrimiento, pero que valió la pena para gozar como nunca este momento.


Ser de Boca es algo único, es un sentimiento que se lleva adentro y que se comparte, se fusiona y se externa en una forma que otros tratan de imitar, pero que nunca podrán igualar. Nuestro momento de sufrimiento y gloria va a llegar una vez más. Se dice que es el último clásico de algunos de nuestros mayores ídolos, aunque sabemos que siempre estarán en nuestra memoria. Por ese condimento y más, no hay igual, no hay comparación, no hay más nada.

No por primera vez, menos aún por última, solo por una vez más: “Dale Boca, que el domingo hay que ganar…”

2 comentarios:

Increíble Artículo, lleno de pasión y mucha emoción.

QUE VUELVE RIQUELMEEEEE A LA CANCHAAAAAAAAAA POR FAVORRRRRRRRR ROMAN TE EXTRAÑA BOCAAAA.JRR JUNTO CON DIEGO LOS 2 IDOLOS MIO

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